En septiembre de 2012, un fuerte olor alerta a los vecinos de la Avenida Almaig de Ontinyent. El hedor procedente de uno de los apartamentos alerta a la Policía Local. Los agentes, al abrir la puerta del piso, encuentran el cadáver esposado y amordazado del ingeniero textil Mario Miralles, un profesional de éxito en el sector textil sin aparentes enemigos.